Autor: Mauricio Espaliat Canu
Las ciudades del mundo se enfrentan a grandes desafíos, y deberán estar preparadas para hacerles frente con eficacia. La adopción del modelo de Economía Circular constituye un instrumento clave para asegurar la sostenibilidad de los sistemas urbanos.
Las Ciudades en el escenario Geopolítico Global
Más de la mitad de la población mundial reside actualmente en zonas urbanas, y Naciones Unidas estima que el número de habitantes urbanos alcanzará los 10.000 millones de personas en el año 2050. En este escenario, la demanda de recursos esenciales como el agua, la energía y los alimentos, adquirirá dimensiones incompatibles con el actual modelo de producción y consumo, a la vez que se incrementarán la generación de residuos, la contaminación, las desigualdades sociales y las crisis de convivencia.
Las ciudades, al concentrar personas sobre territorios reducidos, constituyen un escenario perfecto para apostar por la sostenibilidad. Actúan como caldo de cultivo para la innovación, al tiempo que facilitan el intercambio de recursos, energía e información, y disponen de un conjunto de ciudadanos para probar nuevos modelos de gestión. En las ciudades es posible procesar y utilizar gran variedad de datos para optimizar, orientar y controlar la eficacia de diversos sistemas, tales como la vivienda, la salud, el trabajo, la energía, la movilidad, el transporte, la logística, los recursos hídricos y los residuos, aspectos que adquieren especial relieve si se tiene en cuenta que las ciudades, entre otras variables, consumen el 75% de la energía producida, y generan el 80% de las emisiones globales de CO2.
Las ciudades no son máquinas. Son un cuerpo vivo. Los metabolismos urbanos son complejos e interdependientes, y no se puede cambiar una función sin crear algún impacto en las otras. A medida que crecen los desafíos para las ciudades, surge la necesidad de establecer acciones que ayuden a construir resiliencia. Como respuesta a esta situación, las ciudades deben repensar sus estrategias de gestión para manejar los sistemas urbanos de acuerdo con los principios de la economía circular. Además de estimular oportunidades de negocio innovadoras, la circularidad puede ayudar a los responsables de tomar decisiones a trabajar con eficacia en medio de esta complejidad.
Estrategias e Instrumentos para avanzar hacia la Ciudad Circular
Las acciones que constituyen un requisito esencial para avanzar con eficacia hacia la consolidación de la “ciudad circular” son las siguientes:
- Adopción de los principios de la edificación circular.
- Optimización de la gestión y uso de recursos vitales: agua y energía.
- Gestión responsable de los residuos.
- Implantación de modelos racionales de transporte, movilidad y logística.
- Empleo de tecnologías basadas en la digitalización.
- Ejercicio de la gobernanza transversal y multilateral.
Adopción de los principios de la edificación circular
Los edificios, componentes fundamentales del tejido urbano, son unidades complejas y multisistémicas, sujetas a numerosos procedimientos individuales de control y mantenimiento enfocados a garantizar la seguridad y comodidad de sus ocupantes. A nivel mundial, los edificios consumen alrededor del 42% de toda la electricidad, más que cualquier otro activo. De mantenerse la actual tendencia, en 2025 los edificios serán los mayores emisores de gases de efecto invernadero del planeta. Ante estos hechos, es preciso realizar serios esfuerzos para abordar la eficiencia y la sostenibilidad en el sector de la edificación.
El entorno de la construcción ha de evolucionar hacia ofrecer algo más que refugios para las personas. Las viviendas, oficinas y centros de pública concurrencia han de ser edificios modulares, inteligentes, confortables, seguros, duraderos y sostenibles, diseñados y construidos con métodos y materiales susceptibles de ser reciclados, reutilizados y recuperados. Con creatividad, innovación y orientación preventiva, los edificios se deben convertir en focos de actividad circular para incrementar la duración del ciclo de vida de materiales y recursos, favorecer la protección de los ciudadanos, y garantizarles el poder disfrutar de ambientes acogedores.
Optimización de la gestión y uso de los recursos vitales: agua y energía
El agua es un recurso escaso y limitado. La superficie del planeta está constituida por un 30% de tierra y un 70% de agua, de la cual:
- El 97% es agua salada, y solo el 3% es agua dulce.
- A su vez, el 69% del volumen de agua dulce de la tierra está en estado de hielo en glaciares y casquetes polares.
- El 30% de agua dulce es agua subterránea.
- Solo un 1% del agua dulce está disponible a nivel superficial.
Al gestionar el ciclo hídrico en ciudades se ha de tener en cuenta el aumento de la población y de la urbanización, factores que desencadenan el incremento de residuos y el consumo y vertido de aguas residuales, con el coste añadido de su depuración y regeneración. Buena parte de la población del mundo aún no tiene acceso al agua potable, y se estima que debido al aumento de la población la demanda de agua en las ciudades se incrementará un 55% hacia el año 2050.
El sistema energético actual, basado en los combustibles fósiles, es el origen del problema del calentamiento global y de la crisis climática. Incrementar la producción y el uso de energía proveniente de fuentes renovables reduce los riesgos de incremento y volatilidad del precio de los combustibles fósiles, además de originar beneficios por mitigación.
En las urbes, a la creciente demanda de recursos hídricos y energéticos, se suma su contribución al calentamiento global y su impacto en el clima, con efectos perjudiciales para la seguridad, la salud y la calidad de vida de los ciudadanos. Por estos motivos, el desarrollo de iniciativas circulares, tales como la depuración y reutilización de aguas residuales, la optimización de las redes de distribución de agua y energía, y la apuesta por tecnologías de producción de energías renovables, constituyen alternativas circulares de gran valor para asegurar la sostenibilidad de los recursos hídricos y energéticos en las ciudades.
Gestión de residuos
El 75% del consumo de recursos naturales se produce en las ciudades. Las ciudades producen el 50% de los residuos mundiales y el 60-80% de las emisiones de gases de efecto invernadero. En las ciudades se utilizan y desperdician la mayoría de los materiales, y en ellas los edificios y muchos productos son desperdiciados o subutilizados. Un requisito fundamental para asegurar el equilibrio del sistema urbano es gestionar de modo responsable los residuos que genera una población altamente concentrada, y evitar que éstos desencadenen episodios contaminantes que pongan en riesgo las condiciones ambientales y la seguridad y salud de las personas.
Los métodos tradicionales de gestión de residuos se basan principalmente en la incineración y en el depósito en vertederos. Estas técnicas implican un coste importante, no solo por lo que supone la recogida, traslado, procesamiento y manipulación de una cantidad y de una variedad cada vez mayor de materiales residuales, sino también por el impacto que generan en la sociedad, la salud pública y el medio ambiente. Dicho impacto se hace evidente cuando se manifiestan la contaminación del aire por compuestos orgánicos e inorgánicos, la producción de gases de efecto invernadero, las emisiones de dioxinas, y la contaminación de aguas superficiales y subterráneas por lixiviación, escurrimiento y percolación.
La gestión de los residuos municipales es uno de los ámbitos que ofrece buenas oportunidades para impulsar la circularidad en las ciudades. Para gestionar los residuos con criterios de sostenibilidad, la economía circular estimula la eliminación y la reducción de la generación de residuos, y propicia su reincorporación a los circuitos productivos bajo la forma de nuevos recursos, permitiendo de este modo mantener los materiales en las cadenas de valor durante el mayor tiempo posible.