El 10 de octubre se celebró el Día Mundial de la Salud Mental. Este año, el contexto es delicado, puesto que el coronavirus ha desestabilizado nuestras vidas llenándolas de cambios.

Personas que han perdido seres allegados sin poder despedirse; profesionales de la salud que pelean con uñas y dientes contra el virus en los hospitales; estudiantes que acabaron el curso por videoconferencias; trabajadores que han perdido su empleo o lo ven peligrar; desfavorecidos que no siempre cuentan con la cobertura sanitaria necesaria; y enfermos mentales, más aislados, si cabe, por las medidas de restricción frente a la pandemia.

Está claro que el Día Mundial de la Salud Mental, es una jornada para reflexionar sobre lo que la Covid-19 ha supuesto para muchos y lo que supondrá. De entrada, cambios, incertidumbre sobre el futuro, inseguridad. Parece que ya no es firme el suelo sobre el que pisamos. Aunque todavía falte perspectiva, queremos hacer una llamada de atención sobre la salud mental, el autocuidado, la detección precoz y la ayuda, ese cable que muchas veces necesitamos pero que no pedimos porque, en el fondo, todavía hay mucho tabú que derribar.

Dice la Organización Mundial de la Salud (OMS) que "según la experiencia adquirida en emergencias pasadas, se espera que las necesidades de apoyo psicosocial y en materia de salud mental aumentarán considerablemente en los próximos meses y años. Invertir en los programas de salud mental en el ámbito nacional e internacional, infrafinanciados desde hace años, es ahora más importante que nunca".

En el plano nacional, hace unos días, el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, Celso Arango, decía en una entrevista a El Mundo: "En la población en general hemos visto un incremento del 20% en sintomatología ansiosa y depresiva. Y de un 25% en trastornos del sueño. [...] Esa es la nueva ola que viene". Arango advirtió, además, de que el referente más próximo, el de la crisis económica de 2008, también supuso un aumento de las patologías mentales a las que ahora se sumaría el riesgo para la salud del Covid-19. "La pandemia es un riesgo que actúa sobre un daño mental que ya está aquí", añadió.

CINCO PAUTAS

Por eso, conviene estar atentos, autocuidarnos, protegernos y, si lo consideramos oportuno, acudir a un profesional, sin vergüenza por el hecho de pedir ayuda. Aída Rubio, coordinadora del equipo de psicólogos de TherapyChat, nos recuerda algunas pautas que pueden protegernos a nivel emocional reduciendo los efectos negativos de la pandemia:

  •     Evitar la sobreinformación. Buscar de forma recurrente información sobre síntomas o número de nuevos contagios no es un factor de protección frente al virus. Incluso es posible que esa necesidad de disponer constantemente de información actualizada sobre la epidemia lleve a un mayor estado de ansiedad y a una gran dificultad para desconectar de la crisis sanitaria. Lo óptimo es encontrar el punto intermedio entre no conocer las recomendaciones o el escenario actual y adoptar conductas compulsivas de búsqueda de información.
  •     Comprender las emociones que vives. El miedo, el estrés y las preocupaciones constantes forman parte de lo esperado en una situación de emergencia sanitaria como es el caso del coronavirus. Optar por la desconexión emocional es un mecanismo de defensa habitual para evitar sufrimiento, sin embargo, esto sólo conseguirá bloquear de forma temporal dicho malestar e incrementarlo a medio y largo plazo. Lo conveniente es dejar que la emoción, independientemente de cuál sea, fluya y cumpla su finalidad. Vivirla, comprender su origen y emprender acciones para darles respuesta facilitará la recuperación de un estado emocional positivo. Negarla, no reconocerla o bloquearla puede producir daños a nivel psicológico y físico.
  •     Cuidar los hábitos de alimentación y sueño. Romper la rutina y el ritmo habitual a nivel laboral, social y personal puede producir cambios importantes en la alimentación y el sueño. A pesar de que un periodo de cuarentena implica la pérdida de la estructuración de las tareas diarias, es fundamental mantener un horario de comidas y de sueño adecuado.
  •     Intenta mantener una actitud positiva. Pensar en positivo no soluciona los problemas ni implica pensar que no es necesario hacer nada para superarlos, sin embargo, puede ser un aspecto clave para afrontar las dificultades. Un ejercicio que nos puede ayudar a ver más allá del problema actual e incluso ponernos en la pista de aquellas cosas que podemos empezar a cambiar para salir del bucle de negatividad, es preguntarnos cómo sería nuestro día mañana si milagrosamente durante la noche hubiera desaparecido nuestra mala actitud, qué cosas diferentes estaríamos haciendo para promover este cambio y, por supuesto, a continuación llevarlas a cabo.
  •     Practica ejercicios de relajación. El estrés en la cuarentena aparece como respuesta del organismo ante una situación en la que las circunstancias nos desbordan. Además de todos los consejos mencionados anteriormente, puede resultar muy útil practicar ejercicios de relajación o respiración que ayuden a estabilizar el estado de ánimo liberando endorfinas y recuperando energía y serenidad. En este sentido, el entrenamiento en técnicas de respiración.


Extraído: www.elmundo.es